Post-it (desde el archipielago de mi nombre) :

Nadie que lea esto conoce a Lala, estoy seguro que nadie conoce a mi Lala. Ésta mujer llegó a mi vida hace tres años (en condiciones fantásticas) y me sacó del ostrascismo. A ella le debo dos de los mayores deseos que he podido o podré tener (bueno... son tres pero no les incumbe el tercero) en mi vida: ser poeta y ser novelista.

En algún momento, de algún día, me di cuenta que uno de mis mayores anhelos era hacer de mi mismo un ser extraterritorial, un nómada de los significados. Para mi un poeta es un loco, un ser que no concibe el mundo tal cual es descrito y domesticado por la moral de turno. Un poeta para mi es el gran cuestionador de la Estética, un tallador, violentamente tierno, de esa piedra llamada mundo. Una persona así, pensé, es lo que ella clama con justicia desde su ser... quiero ser una persona así...

Despúes vinieron encuentros y desencuentros, despúes vino nuestra novela ("La amigdalitis de Tarzán", por si a alguien le interesa)... después vinieron muchos cambios y una frase contundente... "Yo leo novelas"... eso me hizo leer mis primeros libros de teoría literaria ("La novela histórica" de Lukács, "Por una nueva novela", Robbe-Grillet.. etc) Quería entender eso que ella me decía...

Lala sabe más de lo que se podría pensar. Quien la ve, verá enseguida su belleza física, quien hable con ella se asomará a ese infinito de posibilidades y bellezas. Ella dice que su nombre es una invitación a la lectura: AleAleAleAleAleAleAleAle... ella toda es una invitación....

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Islas.